La búsqueda creativa, como fenómeno total, no se detiene ni un momento, dando lugar a nuevas herramientas y formas de expresión. Algunas de ellas quedan rápidamente obsoletas, mientras que otras acaban evolucionando hasta convertirse en algo más y permanecen con la humanidad incluso al nivel del hombre común.

Una de las tendencias más controvertidas en el ámbito artístico es el surrealismo, que se originó hace unos cien años y sigue vigente en las obras de los contemporáneos. Pero, ¿qué es esta «mirada especial» y cuál es la esencia de una interpretación tan inusual de la realidad?

¿Surrealismo o qué es «la realidad a través de un sueño»?

Trabajar con lo paradójico, distanciarse de imágenes familiares y coquetear con aspectos psicológicos fascinó seriamente a la élite creativa de principios del siglo XX.

Sin embargo, la palabra original francesa «surréalisme» no se utilizó por primera vez hasta junio de 1917, cuando en un teatro de Montmartre se estrenó «Los pechos de Teresa», una «farsa-drama cómica» del famoso artista de vanguardia Guillaume Apollinaire.

Sin embargo, el propio autor prefería utilizar este término en un sentido aún más restringido: «al otro lado de la realidad». Fue esta tesis la que propuso otro francés, el talentoso poeta de choque André Breton, autor del primer Manifiesto del Surrealismo, publicado en 1924.

Gracias a Breton, la formación «oficial» de la ideología surrealista comenzó entre artistas y escritores que buscaban explorar las profundidades del subconsciente humano con el fin de utilizarlo para reflejar otra realidad, completamente distinta de la habitual.

Así pues, utilizando estas características, podemos concluir que el surrealismo es, en pocas palabras, una corriente especial del arte, una de las tendencias actuales de la vanguardia europea, cuyos seguidores intentan trascender la mundanidad de la realidad existente y comunicarse con el mundo que les rodea en el plano de las emociones puras.

Las raíces de la ideología

En cuanto al propio proceso de formación de este movimiento poco convencional, cabe destacar la importancia de las condiciones históricas previas. En primer lugar, aclaremos que el surrealismo es una especie de «coste» del desarrollo lógico del dadaísmo, de su evolución ideológica.

El breve periodo de dominio del dadaísmo (aproximadamente 1915-1923) estuvo marcado por la rápida destrucción de los cánones de la estética tradicional. Dado que se basaban exclusivamente en la belleza natural, los artistas fueron desplazando gradualmente su atención del mundo físico a las dimensiones psicológicas.

A ello contribuyó el ambiente de acontecimientos activos en la vida social, política y cultural, apoyados por las teorías del psicoanálisis de Sigmund Freud, muy populares en el ambiente creativo, especialmente su exposición analítica del estudio de los sueños.

El surrealismo es una combinación de sueño y realidad. Una combinación absurda y contradictoria de imágenes naturalistas. Las raíces de esta palabra se encuentran en la lengua francesa (superrealismo). Este movimiento artístico se formó en el mundo del arte a principios de la década de 1920. Se caracteriza por una pasión por lo bizarro e irracional, que no responde a las normas generalmente aceptadas.

Según André Breton, el surrealismo es puro automatismo psíquico, que pretende expresar, ya sea oralmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento, el dictado del pensamiento más allá de cualquier control de la mente, más allá de cualquier consideración estética o moral.

El deseo de situar la espiritualidad en la cima de la materialidad empujó a los adeptos de la nueva corriente a experimentos inesperados y, por regla general, provocadores. Por ejemplo, a principios de los años treinta se extendió especialmente la llamada «letra automática», en la que un lápiz o un pincel no eran controlados por la mente, sino por un conjunto aleatorio de reacciones subconscientes.

A menudo, para estimular el proceso creativo, muchas personas no desdeñaban recurrir a prácticas muy dudosas como

  • la inmersión en trance
  • el autoentrenamiento;
  • la hipnosis profesional y amateur;
  • diversos psicoestimulantes.

Algunos incluso utilizaron los efectos de la inanición, con la esperanza de que un cuerpo debilitado provocara con mayor probabilidad un estado parecido y/o cercano al sonambulismo.

Aunque la imaginería surrealista perdió posteriormente su novedad, primero en las artes visuales y luego en la literatura, los cineastas siguieron utilizando los desarrollos de la automaticidad y el «engaño visual» en sus películas hasta finales de la década de 1960.