El arte de principios del siglo XX es un periodo especialmente importante en la historia de la cultura artística mundial. En este periodo relativamente corto (de dos a tres décadas), surgieron, se establecieron y desaparecieron diversos métodos creativos, asociaciones, movimientos y escuelas.

Los artistas estaban en búsqueda. La mayoría de sus descubrimientos enriquecieron nuestra comprensión del mundo y del hombre. Fueron ellos quienes determinaron el desarrollo de las bellas artes a lo largo del siglo XX.

Sin embargo, con toda la variedad de tendencias artísticas de las bellas artes de principios del siglo XX, se observan dos tendencias: por un lado, continúa el desarrollo de los principios del arte realista y, por otro, se buscan nuevos medios artísticos de comprensión de la realidad diferentes de los realistas. Al mismo tiempo, no sería del todo correcto hablar de oposición entre realismo y modernismo en el arte del siglo XX. Muchos grandes artistas buscaron estas dos direcciones. Las aspiraciones realistas y vanguardistas de los artistas dependían de las tareas que se propusieran.

Las peculiaridades del desarrollo de la cultura artística del siglo XX pueden apreciarse claramente en el arte de Francia. Allí aparecieron por primera vez el fauvismo y el cubismo. En 1905, un grupo de jóvenes artistas expuso sus obras en el Salón de Otoño de París. Entre ellos estaban:

  • Maurice Vlaminck;
  • Georges Rouault;
  • André Derain;
  • Kees van Dongen;
  • Albert Marcie;
  • Henri Matisse.

Sus atrevidas combinaciones de colores, brillantes como címbalos, y su audaz desprecio por las reglas de la pintura provocaron un escándalo. En su reseña de la exposición en el Salón de Otoño de 1905, el crítico parisino Louis Vexel llamó «fauves» («salvajes») a Matisse y sus socios. Con su mano ligera, el nombre de «fauves» quedó unido a este grupo de artistas.

Los fauves no pretendían reflejar la vida real en sus obras. El mundo que les rodeaba era sólo un impulso, un motivo para expresar sus sentimientos y pensamientos a través de la armonía del color.

A los fauvistas no les interesaba la forma de los objetos, abandonaron la construcción tridimensional de la composición, el claroscuro y la transmisión de la perspectiva aérea. Para ellos, el color y la línea se convirtieron en los principales medios de expresión artística. Los fauvistas utilizaron con audacia y atrevimiento colores sonoros y sin mezclas, colocándolos sobre la superficie del lienzo en combinaciones inusuales y contrastadas, buscando una expresividad emocional y colorista especial. Parecía que llenar el lienzo de imágenes planas, la armonía cromática de las pinturas se convertía para ellos en un fin en sí mismo. La mayoría de ellos consideraban a Van Gogh su maestro e ídolo, quien predijo que «sólo un colorista sin precedentes» podría llegar a ser un artista de las generaciones futuras. También les influyó la pintura plana de Gauguin.